lunes, 22 de agosto de 2011

TRANSFORMER

Sí. Estoy transformándome. Otra vez y como siempre. La mutación ha sido prolongada y algo dolorosa. Incómoda digamos, aunque nadie nos aseguró que no habría algo de sufrimiento en eso. Sufrir es común dentro de la condición humana (lo cual no significa que sea sano, ni normal, ni benéfico ni que tengamos que acostumbrarnos o vivir siempre atormentados. 
  Me parece que es así como lo imaginaba. De manera no consciente ya sabía que este momento llegaría, y que no faltaba mucho. Ha llegado. Ha llegado y yo he estado tan ocupado como para tomarme la molestia de revisar las cartas que el correo ha estado trayendo a mi casa desde hace ya varios meses. 
   Y mejor ni me pregunten hacia donde voy con todo esto, porque ni yo lo sé. Lo importante es que en otro lado habremos de salir cuando atravesemos el bosque de bambués y letras, palabras sueltas con disparos de idea y algún sentimiento arrobador que se nos atraviese en el instante menos esperado (ya saben, uno de esos feelings imprudentes que cruzan la calle corriendo, cuando la luz ya está en preventivo). También habrá danza y situaciones azarosas e impredecibles. algunas gozarán de poca credibilidad, y otras serán "rebajadas" con gaseosa de lima-ficción.
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Volviendo al tema, estábamos en lo de mi proceso mutante: Justo en estos días, en los que digamos, me encerré cuasi monásticamente en mi habitación y entré en mi período de "Letargo Larvario", terminé por hacerme consciente de que la circunstancia y el clima así lo requerían. Gracias a ello no me he enfermado (de hecho estoy bastante mejor de lo que pensé en el tema de la salud física) y gracias a ello he comenzado a estar harto de este "descanso", que la verdad que de descanso no ha tenido nada. Sin laburo, con dinero, planes poco precisos, precipitaciones, cambios bruscos de temperatura, la desidia y la hueva, no he tenido tiempo de descansar. Debería de irme de viaje a cualquier parte. Unos 3 o 4 días. Me haría bien salir al campo...
   Pienso también en la idea, la de "desarrollar un cuerpo con vida propia" y cómo esto se relaciona (y lo digo con todo el respeto) con lo que sospecho, es uno de los ejes de la Danza Butō. De esta forma nace un cuerpo que habla "en y por sí mismo". El acceso del propio cuerpo a un desarrollo autónomo sin estructuras psicosociales antropológicas y previamente aprehendidas (en la medida de lo posible, claro está). El cultivo y cuidado del cuerpo como una entidad, como una pieza unitaria y bien definida de lo que constituye a un individuo como ente físico y animal-humano, y que al mismo tiempo forma parte de una entidad mas grande, de un sistema más complejo.
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Me parece que las cosas se configuran así. Y esta naturaleza humana de fauna tangible es precisamente con lo que tenemos qué reconciliarnos. No somos espíritu envasado en cuerpos con raciocinio, ni cuerpos pensantes con ánima. Pero vayamos más allá. Porque no sería justo limitarnos a pensar que la cadena de partes que forman un todo es limitada; por el contrario, estamos hablando de la infinitud misma. Y cuando todo se vuelve todo, se vuelve uno. Un todo que es único y que al mismo tiempo abarca, valga la redundancia, prácticamente TODO
  Esto último viene a colación porque, acto seguido a la deglución de una merienda snob, me puse a escribir y me comprendí cadáver. Supongo que en la medida en que nuestra naturaleza de "seres que existen" nos permitamos desarrollar e incorporar cada uno de los componentes que nos conforman como seres vivos, podremos ser un eslabón de cientos de miles de cadenas biológicas, energéticas, históricas, estéticas, sublimes y metafisicas dentro del mundo de la vida. Como una neurona que se conecta con varias más, y esto le permite tejer redes amplias y diversas para un desarrollo a gran escala y en varios planos. Ok, yo comprendí que no estoy haciendo nada de esto, o muy poco, en el mejor de los casos.

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Sólo así podremos decir, evidentemente, que estamos en correspondencia con nosotros mismos y con el entorno. Este tipo de sucesos son tangibles y comprobables (lo digo por cualquier cacareo escéptico que llegase a surgir). Es lo que comúnmente se conoce como "fluir". ¿Por qué seguir pensando que de la piel para afuera somos tan diferentes, extraños y ajenos? Somos seres individuales que viven en comunidad, pero este es un postulado que surge de un enfoque social y no toda la vida puede explicarse con un solo enfoque. No estamos limitados a ser engranes sociales. No todo parte de ahí. También somos carne e impulsos eléctricos. Todos tenemos algo de animal mitológico. Somos flores silvestres queriendo (tontamente) ser exhibidas en la vitrina de alguna florería. 
    Basta de fama. Basta de máscaras de plástico y vidrios polarizados Ray-Ban. Basta de tanto odio hacia las particularides "antinaturales" de nuestros propios cuerpos. Creo que ya fue suficiente de enamoramientos enraízados en la soledad particular. De necesitar a alguien porque es romántico. O de ceder al impulso, a sabiendas de que no todos los impulsos nos llevan a parajes más elevados.

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Basta de una sed que no se sacia ni con uno ni con mil. Basta de seguir un modelo rancio de pareja que ya no es vigente para muchos de nosotros y lo digo de forma generalizada, alejado de géneros y preferencias: Me sorprende cómo las parejas de esta época se empeñan en querer perpetuar un modelo clásico de relación, cuando en su mayoría, los propios hombres y mujeres ya no se sienten cómodos con este patrón  (prueba de ello son los crecientes divorcios y relaciones "abiertas" que sólo disfrazan un miedo a no tener nada, aunque lo que se tenga no les satisgafa por completo). Primero seamonos fieles a nosotros mismos, y luego hagamos compromisos y planes con la vida de las otras personas. Y siempre con la premisa de que nada dura para siempre. Basta del catálogo de desperados y solitarios perfiles buscando quien los mire, los toque, los escuche, los haga polvo o los deje dormir en su casa, por lo menos una noche. Basta del noctambulismo fácil de neones y posmodernidad marketinera en los boliches. Electropop degenerado y delicioso (no lo niego), pero todo exceso conlleva a un desequilibrio, a un límite, a un hartazgo. Y eso que a mí me encanta conocer personas. Ojalá todos quisieran dejarse conocer en el fondo. Les ayudaría a conocerse a sí mismos también. A intercambiar y nutrir. A nutrirse y crecer.

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Erradiquemos el vampirismo energético y animofágo. Me refiero a esa especie particular de dependencia/robo, suministro personal de la energía de un otro para nuestra satisfacción y nuestro desarrollo. Las hormonas de otra persona también generan adicción. O enamoramiento, según se quiera ver. Aunque esto muchas veces no se hace con conocimiento de causa y/o consecuencia ( o quizá yo soy ingenuo y quisiera pensar que "no lo sabemos" cuando en realidad sí), debo decir que en la medida de lo posible, es aconsejable "informar" a nuestra parásita compañía que debe generar su propia energía para la subsistencia, y dejar de descargarnos las baterías asi tan a lo "me chupa un huevo".

 En todo caso, primero y antes de decir nada, habría qué analizar hasta qué punto permitimos, propiciamos e inclusive gozamos con esta "chupada de vibra" que el otro (o la otra) acomete en nosotros. A la larga nos perjudica. Y a la corta, la verdad que tampoco está bueno. Sin albur.

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Espero no estar siendo demasiado amargo, aburrido o subjetivo. Es solo que mi etapa de "Gran Desencantado del Mundo" está agonizando en estos momentos. Escupe sangre. Está condenado a desaparecer y no tengo idea de lo que viene ahora. Esperemos que se trate de un yo más auténtico, menos ególatra, menos racional, menos temeroso. O mejor no esperemos nada y, sin condicionar, dejemos que sueceda. 

Por ejemplo, hoy en la cafetería, al hilo y sin poner mucha atención en lo que estaba diciendo(me), escribí lo siguiente:




PLAGIOS Y PRESAGIOS 3.0


¿Te acuerdas cuando soñaste lo del gran Tsunami? en ese entonces los tsunami estaban "en boga" en los noticieros. Entonces el fenómeno salía en la portada y como artículo central en alguna de esas revistillas de "amarillisimo científico" o de publicidad mezclada con artículos de "¿Sabía usted qué?" y alguna foto de gente con poca ropa. Ya en ese entonces estuviste recibiendo "avisos" de que se venía la grande. Así que no nos hagamos los sorprendidos. Fuiste advertido. Fuimos advertidos...
 

Acta de Defunción No. 4



Con las primeras células apagándose,
y las luces serenas meditando en silencio.

Con los ojos cerrados, el viento silba melodias,
y un desfile de nubes solemnes acude a mi encuentro.

Los pies caminando sobre nieblas,
y abajo el abismo invisible.

Entro en la caverna,
soy un pájaro encerrado en una jaula de costillas.

Pisadas de felinos, senderos serpentinos.

Mi corteza está perdiendo color.
Mis huesos se han adelgazado.
Con la piel reseca, mi cabello se hace polvo.

Hemos llegado. 
Este es el lugar.
 Descansa.(*)





 (*) El personaje recuesta a su doble moribundo en una piedra grande de tonos rojizos, en la parte izquierda de la caverna. La roca tiene la forma y el tamaño de un futón japonés. El personaje contempla en silencio a su par recostado; lo mira con cara inexpresiva, recorriendo su silueta con los ojos. Se acerca y sube a la piedra: Le huele todo el cuerpo sin tocarlo, desde la coronilla hasta la punta de uno de los dedos de su pie derecho. Luego se recuesta detrás de este, cierra los ojos y lo abraza.
Súbiamente comienza a experiementar una especie de ligera convulsión. Se pone de pie sobre la piedra (el cuerpo moribundo de su alter ego yace a sus pies, respirando muy lentamente). La convulsion lo hace moverse de forma extraña, adotando progresivamente posturas y actitudes de animal. Se pone en cuatro patas sobre la piedra.

En ese momento, el doble agonizante, tose un poco y deja de respirar, súbitamente. El personaje se queda inmóvil y lo observa fijamente. A continuación comienza a ladrarle fúrico un par de minutos. Luego se calla y se acerca para olfatearlo y lamerle el hombro izquierdo.

Por úlitmo, de un salto, baja de la piedra y es como si despertara, volviendo en sí mientras voltea en todas direcciones, aturdido y sin moverse mucho; luego camina lentamente hacia su lado derecho, deteniéndose y mirando hacia la roca, con expresión confusa, como si quisiera volver. Siue avanzando. Voltea y contempla por última vez hacia su alter ego, casi a punto de salir del escenario. Después dirige su mirada al público y sale del escenario. Se apagan las luces. Se cierra el telón.

domingo, 7 de agosto de 2011

PLAGIOS Y PRESAGIOS 2.0


Las nubes agonizan.
Vientos y luces rodeando nuestros rostros, nuestras vidas.
Un silencio, y todo volvió a ser duda.
Pero algo latía, muy en el fondo del centro de todas las cosas.

Frío de incertidumbre. Desconcierto.
Ansia del vivo que no sabe lo que sigue.
Se nos acabaron los parlmentos...

Mudos e indómitos,
vivimos bajo el yugo de la niebla perpetua
renegados e inermes,

morir de pie nunca supo tan bien.
 

Ahora llegó.
Respira profundo,
que la última nube casi ha terminado de evaporarse...



SONRÍE
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sábado, 6 de agosto de 2011

Le rève-viewer



Tengo el sueño recurrente de espiarte mientras duermes.
La playa cantando en silencio, y yo desenredando tus cabellos,
hilos largos y radiantes, distendidos en la espuma blanca de la almohada.

Tengo el sueño recurrente de conocerte a fondo.
Saciar el hambre zoológica y efectuar la danza del que se entrega con manos y pies.
Morir como los peces, por la boca y en todo tu cuerpo.

Tengo el ansia infantil del que lo quiere todo.
Y modulo mi deseo. Y dosifico mi paciencia.
 Espero mientras te evaporas por completo,
subiendo lenta y sin piel por entre las sábanas.

Y siento cómo te rindes, protegida bajo la sombra de un árbol joven que
sucumbe ante el aroma y la radiancia de su primera flor.
Emanando suspiros bajo las cobijas, contemplo tu momento final,
mientras flotas hacia los brazos serenos del antiguo Morfeo.

Huésped y presa entre mis alas de pájaro prehistórico.
partes al fin, seducida por el sueño y el cansancio,
y el hartazgo que te provoca el vivir del mundo,

Es entonces cuando mis labios acarician tu frente
Y yo puedo entonces mirarte fijo, directo a los ojos dormidos y verdes,
cubiertos bajo un velo de seda tostada.
Actores sin máscara, escondidos tras un abanico de pestañas.

Y no duermo, ni me muevo,
no pienso ni respiro.

Sólo observo lo que sueñas.
Lo que temes y deseas,
lo que sufres y gozas.

Mientras duermes.
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domingo, 31 de julio de 2011



Ayer soñé que llegaba de noche a mi supuesta casa (una de cualquiera de las casas en las que he estado viviendo últimamente) y al entrar a la habitación, encontraba un sobre. Un sobre de papel puesto sobre mi almohada. Recuerdo que la sensación de curiosidad era tan fuerte que me acerqué en dos pasos hasta el borde de la cama. Sin prender ninguna luz, y apenas distinguiendo algunas formas con una lunar luz muy tenue, me senté, tomé el sobre y lo examiné, casi sin poder contenerme la necesidad de abrirlo arrancando los pedazos de papel, con la cabeza corriendo tras varias decenas de ideas de lo que podía tratarse. 

Lo abrí con cuidado, rompiendo uno de sus costados con la suficiente cautela como para que la nota que traía dentro no sufriera corte alguno. Saqué la hoja y vi mi nombre en la parte de arriba, del lado izquierdo. Además estaba escrito con tu letra.


“Ya aprendí a poner el control remoto debajo de tu almohada,
Y todavía te guardo la mitad de la cama,
sólo por si alguna noche te animas y vienes a dormir,
a soñar a un lado mío, mientras observo lo que imaginas
y anhelas con los ojos cerrados."


 No recuerdo que pensé o hice después, pero cuando recuperé la conciencia, el sol ya estaba entrando por las rayas africanas de mi cebra persiana. Me levanté y me di una ducha para quitarme el olor a sueño y para despertar en todos los sentidos. Me hice un desayuno ligero de tostadas con café. Luego salí a recoger mi ropa de la lavandería, me hice unos mates y me puse a estudiar hasta avanzada la tarde. Después cociné pasta con vegetales salteados y abrí una botellita single de Pinot Noir. Comí despacio, saboreando cada ingrediente. Después me lavé los dientes, leí un poco, hice unos estiramientos antes de acostarme, y seguí con otras cosas, tratando de prolongar la hora de caer dormido y, evidentemente, con la cabeza llena de estudio como para atreverme a querer interpretar lo sucedido.



martes, 26 de julio de 2011

Amniosis Amnéstica


Ayer me di cuenta de que hace mucho tiempo que no me tiro en la cama, y dejo que el cuerpo se me disuelva mientras hay algún buen disco de fondo, acompañándome mientras cierro los ojos e imagino escenas y pasajes con las letra y ritmos del audio en cuestión.

También recordé que hace mucho más tiempo que no salgo solo, conmigo, a tomar un café en algún lugar poco concurrido, cavilando sobre los ires y venires, los planes y percepciones. La cotidianeidad y lo inverosímil de lo fantástico. Hace ya mucho tiempo.

No recuerdo cuándo fue la última vez que salí a caminar, con cigarro o sin cigarro (según el período de abstinencia o abundancia), porque eso era lo único que hacía que mi cabeza perdiera peso y presión ante el aglutinamiento atómico de ideas y supuestos que invadían mi cerebro como un batallón extranjero de corrosivos y sometedores pensamientos. Gastar la suela, y dejar que el asfalto fluya para que lo intangible se descongestione.

Tampoco viene a mi memoria ninguna de las veces en las que sentí que estaba en el lugar, en el momento y con la persona adecuada. Siempre hay cuervos de duda sobrevolando mi certeza. Ruidos lejanos de pasos que se acercan. Punzadas finas. Decenas de lustros ha, que no duermo pesado.

Oscar Wilde decía que los placeres simples eran el último refugio de los hombres complicados. Hace tiempo que no veo bebés en las calles. Y que las flores se extinguieron. La gente ha dejado de sonreír sin motivo aparente. Los niños ya no juegan. Hace frío y tengo una vida qué resolver. Y nada más existe.

Hace siglos también, que no derramo una sola lágrima por algo o por alguien. Creí ingenuamente que ese podría ser una clara señal de felicidad. La ausencia de llanto. Y cuán equivocado estaba. ¿Será que mis ojos se quedaron sin lluvia? ¿Será por eso que allá afuera no termina de caer agua del cielo?

Me asomo a la ventana. Muero de envidia. Por lo menos las nubes tienen a alguien por quien derramar suspiros, sollozos y hasta uno que otro grito de relámpago. No recuerdo cuándo fue la última vez que el cardios me latió tan fuerte como para que las palabras se me agolparan en la garganta y salieran, disparadas e incontrolables, en forma de beso sobre la boca de alguien más. No, la verdad que ya no recuerdo.

Será que habré llegado por fin al purgatorio. Dinero, empleo, casa, deudas, proyectos, viajes. Ganar peso. Perder peso. Sigo sin celular. No hay nada concreto. Fiebre y fatiga crónica. Tedio y un inverno sin nadie para cucharerar. Necesito una frente tibia para besar por la noche. Y si no es mucho pedir, un par de ojos acobijados bajo dos párpados, para mirarlos fijamente mientras sueñan, respirando en silencio...


Momento...

Creo que estoy recordando algo...




lunes, 27 de junio de 2011

Me lo dijo un pajarito...




Lo sé, doctora. El mundo entero dice que es una necedad. La ambivalencia es un arma filosa. Entre la capacidad de ser ambas cosas, o camuflarse entre las hojas, mostrando un pefil u otro según convenga, la polaridad, el altibajo y las frecuencias altas, me quedo enmedio. Y no vuelo más bajo tierra. No navego el cielo ni repto entre los árboles. Mamífero triste. ¿Es que nadie ha entendido que perdí el carnet de identidad?

¿Le gustan las aves, doctora? Le pregunto porque desde hace algunos meses, hay un ave exótica que me visita. Llega de imprevisto y se posa en la rama más fina del fresno que resguarda la ventana de mi habitación. Una visita rápida, sin pormenores. O así era al principio.

Siempre he sabido que las aves son inalcanzables. No importa qué tan libres o enjauladas estén, ellas siempre se sentirán libres y plácidas de hacer y decir lo que quieran. Ahí tenemos al loro, una apología alarmante de un animal que repite las mismas palabras sin sentido aparente. Se burla de nosotros, el loro. Nos escupe en la cara nuestra propia inchoerencia. La mecánica del ruido vacío, del discurso humano. Se ríe de nosotros, el loro.

¿O qué me dice la de cacatúa, o del guacamayo? El contraste en el plumaje de las aves tropicales, el estruendo con el que manifiestan una voz natural de rumores selváticos. “Que todo mundo sepa” es su premisa. Que nadie se quede sin enterarse. Otra alegoría ornitológica del natural humano.

Así tambien tenemos a la urraca, sombra fúnebre del misterio que rebusca escalofríos. Estridencia grave, desconcierto gutural. Me pregunto de qué bestia mitológica surge aquel aullido de bosque nocturno. De qué garganta reverberan los temores que la urraca vomita en el aire.

Y la lechuza. Dama elegante. Burguesía esteta de altos perfiles. Mirada fija, murmullo breve. Es de pocas palabras la lechuza. Su discurso se basa en la resonancia pulcra que surge despues de sus monosílabicos parlamentos. Astuta, calculadora, altiva y sigilosa. Criatura fina de mortiferas garras.

Y así podría pasar largo tiempo, discurriendo sobre el aviario en el que vivimos ahora. Pero mi punto no era ese. El punto en sí, es que hay un ave exótica que viene todos los días a mi ventana y me canta cosas que no comprendo.

O eso quiero pensar, doctora. Porque el otro día me dió la impresión de que algo me dijo. Fuera de toda lírica, dejando de lado las suaves notas que alegraban mis mañanas o arrullaban mis noches (según la hora a la que me visite), y estando yo en el umbral del sueño primero, escuché su canto, percatándome de cómo las finas notas se transformaban progersivamente en poemas ligeros, pero de contundente verdad.

No soy capaz de recordarlo todo, pero aún tengo fragmentos vivos, algo como este que apenas al despertar, transcribí:


In illo tempore

La tierra era virgen
y el mar no era sal

In illo tempore
El hombre-canción.
La danza y la lluvia
sin pie y sin estampa

In illo tempore
Rugidos de tigre
y agujas de abeto

In illo tempore
Sin guerra. Sin dios.

In illo tempore,
la brisa azulada
de blancos altares.

In illo tempore
Vapor animal
y sudor en las flores

In illo tempore
murmullo de faunos,
mirada de cuevas

In illo tempore
Semilla de trueno
arena y calor.

In illo tempore
La muerte camina.
La vida resuena.
La salvia germina

La carne sin ruina
la miel sin amor

Del arból de olvido
soy fiel trovador




Y bueno... ¿Qué piensa usted de todo lo que acabo de contarle, doctora? ¿Será que aquél pájaro ha comenzado a contarme secretos que nadie conoce? ¿Acaso tengo el privilegio de ser el receptor de algun mensaje? ¿Es que debo comunicar y difundir todo esto, o debo conservarlo para mí, como quien guarda un tesoro por nadie conocido?

No lo sé, señor T. Pero lo que dice no parece tener mucho sentido. No es muy común que la gente comience a divulgar cosas como que un pájaro le cuenta cosas mientras duerme. Una cosa es la imaginación y las impresiones del ensueño, pero su caso va más allá de todo eso. Si le parece pertinente, aumentaré la dosis de su medicamento. Probablemente no estamos trabajando como debiéramos..."

Si, doctora... también lo había pensado.

miércoles, 22 de junio de 2011

Saudachi, voyeur et costombri




Son las últimas páginas de esta libreta. Y yo no sé. Me quedo pensando...


Hoy me acordé de vos. Y de que no sé exactamente lo que tu recuerdo me provoca.

Me hace sentir fuera de contexto. Nada. Cosas que no terminé de entender.
Ni de vos, ni de la situación, ni de mí.

Cuando el panorama se abre tanto como el corazón, se corre el riesgo de quedar sin referencias.
Hoy es el primer día del invierno. Y es raro porque de repente hago o pienso cosas relacionadas a ti, pero de manera inconsciente. Automática.

Como esperando, pero sin querer esperar. 
Hoy más que otros días estoy seguro de que no volveremos a vernos.

Y mientras yo trato de suplantarte con alguien más, o me pongo a prueba, tratando de demostrarme que no necesito estar con alguien para sentirme bien,el misterio acerca de tu paradero tus decisiones y actividades me deja sin armas.

Porque nunca pude predecirte. Y eso me hace pensar que no te conocía realmente.
Porque no tendrás el valor de recuperarme. Y porque de todas formas no lo conseguirías.

Supongo que sigues carcomiéndote la vida, arrancándotela con los dientes.
O que volviste a la clase de gimnasia.
Que invocaste al poroso fantasma de algún amante de antaño.

O quizá tu vida sigue igual.
Fumando en la cama.
Durmiendo tarde.
Poniendo la toalla en el piso cuando sales de la ducha…

A veces, ya no tanto, pero aún de repente siento mucha curiosidad por saber en dónde estás.
Si te sigues riendo de las mismas cosas, o que estarás haciendo con esa cámara que recién te compraste.
Me pregunto cómo te sientes ahora.

Yo quiero imaginar que reaccionaste, y que tienes la intención de recuperar tu vida.
Es lo que más me gustaría. De verdad. Me pondría contento si un día ten encontrara caminando por las calles melancólicas de esta diminuta ciudad.
Primero moriría de un infarto. Pero el saberte bien me haría recuperar el aliento.

Yo soy débil. Así que no voy a buscarte.
El peso de una responsabilidad que puede sustentarse sólo en la curiosidad del afecto me podría hacer perder el piso aún a estas alturas.

Quisiera verte sin que lo supieras.
Sólo para ver cuánto has cambiado después de tanto.
Sólo por mirarte de lejos.
Mirar y no tocar.
Es solo por saber.
Y no hay nada más que eso.


Fotografía: Linda Plata Cervantes

lunes, 20 de junio de 2011

PLAGIOS Y PRESAGIOS...


Pensamos las mismas cosas, al mismo tiempo.
Y nada podemos hacer acerca de eso.

Pensamos las mismas cosas, al mismo tiempo. 
Y hay demasiado de nosotros como para que pretendas cuantificarlo.
  

Thom Yorke. Harrowdown Hill             
    

sábado, 18 de junio de 2011

"Hearthquake" at Devotion Village (o sobre cómo todo lo que sube, tiene qué bajar)



...no es eso lo que me molesta. Son tus actitudes lo que ya no soporto, argumentó Ramón, con ese tono que tiempo antes a Esteban solía corroerle hasta el mismísimo tuétano. Esa actitud de ataque espinoso, ya preparado para asestar el segundo golpe, que vendría tras la respuesta del acongojado Esteban.

Pero esa vez no fue así. Esteban dijo no importa, lo mejor de todo es que hoy mismo me voy. Se comió los golpes que Ramón se merecía y simplemente le dijo que ambos estaban tensos por convivir tantos días juntos. Que les iba a venir bien que él por fin hubiera encontrado casa, y que eso iba a cambiar las cosas.

Y esa respuesta desarmó a Ramón. La actitud serena de Esteban lo atemorizó tanto que el miedo se le anudó en la garganta, y apenas pudo decir no sé, lleno de sarcasmo e incertidumbre. Esteban dijo ya verás que todo será diferente. Es todo esto de compartir depto lo que nos tiene tensos.

Entonces Ramón entró en pánico. Se sentó sobre la cama, observando cómo su ex novio, ex amigo, ex amante, ex algo que no era nada pero que al final sí era (y era todo), comenzaba a juntar los jeans, los pares de zapatillas, el desodorante y los libros, metiéndolos con cierta prisa, pero sin señal de alteración a la maleta verde. Ramón bajó la mirada como un niño que sabe que hizo algo malo, pero que no dirá ni hará nada hasta que el otro reaccione. Era un licuado, mezcla de resignación con orgullo, con angustia, con tristeza y con altos grados de culpa.

Por su parte, Esteban era un edificio de departamentos sometido a una sacudida de nueve grados en la escala de Richter con epicentro cardíaco. Toda la estructura interna, la intangible, estaba fracturándosele muy aceleradamente. La onda expansiva no había llegado a los ojos siquiera, pero no podía darse el lujo de tardarse demasiado en empacar sus cosas. Un temblor en la voz, una mano tirando algo, o una mirada fija podían derrumbarlo en cualquier momento.

Mantuvo entonces la compostura. Le dijo bajas a abrirme a Ramón, y él le dijo que sí con la cabeza, sin emitir sonido alguno. Bajaron los 8 pisos por el elevador. Sin mirarse. Los dos con las palabras contenidas entre los dientes, tratando todas ellas de escaparse por los labios para que no se separasen. Para reclamar, o gritar, o reprochar, o herir o cualquier cosa. Ambos descendieron muy al fondo. Hasta el mero silencio de la Planta Baja.

Esteban dijo gracias por el alojamiento, y por todo. Ramón dijo no me des las gracias. Esteban dijo hablamos. Ramón no contestó, pero le dijo adiós con la mirada. Esteban salió rápido, caminando sobre la avenida, jalando la maleta lo más rápido posible, sin pensar en nada. Sin saber si volverían a verse.

Con el ánima entumecida y la cabeza evaporada, pasó frente al parque y decidió adentrarse un poco. Luego se sentó en una banca y lloró más lágrimas que Hernán Cortés cuando la noche triste.


viernes, 27 de mayo de 2011

Defunciones a Funciones. De cosas que no funcionaron, que dejaron de funcionar, y algo sobre los cuerpos de pintura.




Hoy celebro.
La gloria del arbusto hùmedo por la mañana.
Las ganas de sonreír, aunque siga teniendo que forzarme un poco.
Más forzado sería llorar. Sobre todo cuando es el vacío quien agoniza.

Globo de gas helio, burbuja creciente.
Una bala en centro, y el vacío fue llenándose.
Llenándose de cosas. De caras. De recuerdos.
Vaciar el vacío y llenarlo de uno. De piel y de sangre.

Desalojar la habitación.
Arrancarte las raíces, flor marchita.

Un zumbido de silencio.
Brillo hueco. Calambre y shock.

Baños de fuego.
Sacudidas y viajes transecuatoriales.
No termino de recuperar el equilibrio.

Te fuiste
Corrunus quedó huérfano.
Pero tú también te fuiste.
Se secó nuestro charco.
Y te fuiste.


¡¡Y LA REMIL PUTA QUE TE REMIL PARIÓ!!


PORQUE TE FUISTE


¿POR QUÉ  TE FUISTE?


Y las lágrimas no alcanzan.
Y los aullidos no suenan.
Y las lunas llenas me importan un bledo.

Y te extraño.
Y te desprecio.
De vos nada más quiero saber.

Y no te vas
Y recurres, con arrepentimiento disfrazado de altivez.
Y no me miras a los ojos.

Porque te fuiste.
Porque no estás.
Porque estuviste.

Pero te fuiste.

Y te grito y te sangro.
Te transpiro, te escupo.
Te pienso. Te huelo.
Te recuerdo y no te olvido al mismo tiempo.

Sos el Fantasma de un vivo.

El cuadro pintado de un conejo sin Luna.
¿Ya dije que me importa un bledo la Luna?

Bloody. Rojo sangre.
Remolino azul con blanco.
Líneas negras como cabellos largos.

El lienzo de sabanas con dos cuerpos de pintura.
Siempre pintamos dos cuadros distintos.
Nunca pintamos uno entre los dos.

Ni lo haremos.
Porque te Fuiste.

Porque no vuelves más.
Porque te fuiste.
¿Por qué chingados te fuiste?

Porque no vas a volver.

Y ahora es cuando rompo el globo.
Cuando disparo mi flecha sagitaria.

Porque finges.
Porque engañas.
Porque ocultas.

Pero eso no es nada.
No es nada de nada.

Porque yo miento.
Miento como nunca.
Y te acuso. Te recrimino.

Porque después de todo no te fuiste.
He sido yo quien se fue.

...
...

Muerto ya.
En el umbral soy espectro.
Desconcertado y ligero.
Ciego.

Vacío.

Funerales.
El día de hoy fue de funerales.

Mañana, cuando me despierte
y el sol me escupa en la cara
rayos de luz con jugo de naranja...

Mañana tu retrato me dirá lo que tengo que hacer con él.
Cuál será su destino. Yo no voy a decidirlo.

Por mi parte te digo "respira",
Tene el valor y cortame de vos.
Ya estoy gangrenado.


Suerte y chau.

Te perdono.
Me perdonas

Y GUT BAI


** Pintura: Quería ser un pájaro. Leonora Carrington (1917-2011)



lunes, 23 de mayo de 2011

Me, Leo Plata



Ensueño y música para dormir.
Tan hartos estamos de la falsa sonrisa. 
De la charla perfecta. 
Del hastío del cálculo. 
Pensar en centímetros es aterrador.

Dos de la mañana.
Luces láser.
Arrogancia y búsqueda de perfección.
Volumen tan alto que no te deja pensar.
 
¿Y para qué quiere uno pensar?
Si la idea es divertirse.
 
No recordar lo que ya no tenemos,
ni predecir cómo vamos a sentirnos mañana.

Delirios etílicos en el menor de los casos.
Ojos clavados en partes de cuerpos de personas incompletas.
De pibes y minitas vacías. 

Hermosísimos todos.

Fachadas nuevas. Remodeladas. Perfectas.
Pintura vinílica en paredes de habitaciones derruidas,

Húmedos y abandonados.


Buenos Aires es como todas las ciudades…


jueves, 17 de marzo de 2011

Reflets


"...Es entonces cuando el protagonista confirma, con el aplomo certero e irrevocable y con las pruebas que excederían en suficiencia, hasta al más ciego y cerrado de los hombres escépticos.
 
La certeza.  La conmoción ante el descubrimiento máximo.

El hecho de verse rodeado de espejos le provocó tal conmoción, que casi no puede contenerse dentro de sí mismo cuando se percata, con reducida posterioridad, de que no aparecía reflejado en todos ellos, sino que, coronando la experiencia, su imagen solo se proyectaba en los espejos más limpios, los más brillantes y más grandes.

La maravilla del mundo. La misma gente, los colores y las cosas. Todo lo que él consideraba alucinante y elevado, no era otra cosa que su propio reflejo. 
 
Después le vino el calambre pecho adentro. Como señal de alerta y sutil advertencia. Era la premonición de lo grande, aquello de lo que tanto había escuchado. "Así es como se siente", concluyó al mismo tiempo que una sonrisa contenida se le dibujaba de la boca para adentro. Y aún un poco mas abajo.