miércoles, 22 de junio de 2011

Saudachi, voyeur et costombri




Son las últimas páginas de esta libreta. Y yo no sé. Me quedo pensando...


Hoy me acordé de vos. Y de que no sé exactamente lo que tu recuerdo me provoca.

Me hace sentir fuera de contexto. Nada. Cosas que no terminé de entender.
Ni de vos, ni de la situación, ni de mí.

Cuando el panorama se abre tanto como el corazón, se corre el riesgo de quedar sin referencias.
Hoy es el primer día del invierno. Y es raro porque de repente hago o pienso cosas relacionadas a ti, pero de manera inconsciente. Automática.

Como esperando, pero sin querer esperar. 
Hoy más que otros días estoy seguro de que no volveremos a vernos.

Y mientras yo trato de suplantarte con alguien más, o me pongo a prueba, tratando de demostrarme que no necesito estar con alguien para sentirme bien,el misterio acerca de tu paradero tus decisiones y actividades me deja sin armas.

Porque nunca pude predecirte. Y eso me hace pensar que no te conocía realmente.
Porque no tendrás el valor de recuperarme. Y porque de todas formas no lo conseguirías.

Supongo que sigues carcomiéndote la vida, arrancándotela con los dientes.
O que volviste a la clase de gimnasia.
Que invocaste al poroso fantasma de algún amante de antaño.

O quizá tu vida sigue igual.
Fumando en la cama.
Durmiendo tarde.
Poniendo la toalla en el piso cuando sales de la ducha…

A veces, ya no tanto, pero aún de repente siento mucha curiosidad por saber en dónde estás.
Si te sigues riendo de las mismas cosas, o que estarás haciendo con esa cámara que recién te compraste.
Me pregunto cómo te sientes ahora.

Yo quiero imaginar que reaccionaste, y que tienes la intención de recuperar tu vida.
Es lo que más me gustaría. De verdad. Me pondría contento si un día ten encontrara caminando por las calles melancólicas de esta diminuta ciudad.
Primero moriría de un infarto. Pero el saberte bien me haría recuperar el aliento.

Yo soy débil. Así que no voy a buscarte.
El peso de una responsabilidad que puede sustentarse sólo en la curiosidad del afecto me podría hacer perder el piso aún a estas alturas.

Quisiera verte sin que lo supieras.
Sólo para ver cuánto has cambiado después de tanto.
Sólo por mirarte de lejos.
Mirar y no tocar.
Es solo por saber.
Y no hay nada más que eso.


Fotografía: Linda Plata Cervantes

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