Aprovecho este espacio para putear un poco al mundo. O bastante, dependiendo del curso de las ideas y las cosas que vayan surgiendo. Levantarse temprano el sábado, para mí es como despertar en un hermoso y soleado limbo (eso depende del clima, totalmente), que si bien aparece como una oportunidad de realizar actividades varias de tipo recreativo y/o funcional, no deja de ser eso: un limbo.
Y lo único que se me ocurre es sacarle el provecho ante ninguna mejor idea. Las plazas (parques) están lo suficientemente llenas de porteños tomando mate y sol como para querer incorporarme a ellas. La lectura de todos esos libros que me he esmerado en comprar es una tarea pendiente que a estas alturas comienzo a dudar si he de, siquiera, comenzar. Ya lo dije una vez y lo vuelvo a decir: Yo colecciono libros, pero casi nunca los leo. ¿Dibujar? ¿En un día soleado como este? No sé… no creo que sea lo más recomendable…
Inestabilidad ante el mundo. ¿Por qué tengo la sensación de que todo está fluyendo, y aún así no me hallo cómodo? Será porque no está gustándome del todo lo que está sucediendo. Será porque no estoy conforme, y eso me impulsa a seguir buscando cualquier cosa, aunque también esa compulsión del que nunca está satisfecho, me lleva a la auto exigencia enfermiza, y a la ceguera parcial, de todo aquello que se presenta, maravilla, y que no tengo intención de ver.
Una mujer un día me dijo que yo vivo sentado en una montaña de diamantes, pero que de tanto pasarme la vida queriendo llegar más alto no me he percatado del sitio en el que me encuentro. Pobre de mí, siempre viendo para arriba, sin tener conciencia de lo que sucede abajo, y menos, de lo que sucede ADENTRO.
En fin, que voy por unas cervezas ¡¡Salucita!!
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