Lo sé, doctora. El mundo entero dice que es una necedad. La ambivalencia es un arma filosa. Entre la capacidad de ser ambas cosas, o camuflarse entre las hojas, mostrando un pefil u otro según convenga, la polaridad, el altibajo y las frecuencias altas, me quedo enmedio. Y no vuelo más bajo tierra. No navego el cielo ni repto entre los árboles. Mamífero triste. ¿Es que nadie ha entendido que perdí el carnet de identidad?
¿Le gustan las aves, doctora? Le pregunto porque desde hace algunos meses, hay un ave exótica que me visita. Llega de imprevisto y se posa en la rama más fina del fresno que resguarda la ventana de mi habitación. Una visita rápida, sin pormenores. O así era al principio.
Siempre he sabido que las aves son inalcanzables. No importa qué tan libres o enjauladas estén, ellas siempre se sentirán libres y plácidas de hacer y decir lo que quieran. Ahí tenemos al loro, una apología alarmante de un animal que repite las mismas palabras sin sentido aparente. Se burla de nosotros, el loro. Nos escupe en la cara nuestra propia inchoerencia. La mecánica del ruido vacío, del discurso humano. Se ríe de nosotros, el loro.
¿O qué me dice la de cacatúa, o del guacamayo? El contraste en el plumaje de las aves tropicales, el estruendo con el que manifiestan una voz natural de rumores selváticos. “Que todo mundo sepa” es su premisa. Que nadie se quede sin enterarse. Otra alegoría ornitológica del natural humano.
Así tambien tenemos a la urraca, sombra fúnebre del misterio que rebusca escalofríos. Estridencia grave, desconcierto gutural. Me pregunto de qué bestia mitológica surge aquel aullido de bosque nocturno. De qué garganta reverberan los temores que la urraca vomita en el aire.
Y la lechuza. Dama elegante. Burguesía esteta de altos perfiles. Mirada fija, murmullo breve. Es de pocas palabras la lechuza. Su discurso se basa en la resonancia pulcra que surge despues de sus monosílabicos parlamentos. Astuta, calculadora, altiva y sigilosa. Criatura fina de mortiferas garras.
Y así podría pasar largo tiempo, discurriendo sobre el aviario en el que vivimos ahora. Pero mi punto no era ese. El punto en sí, es que hay un ave exótica que viene todos los días a mi ventana y me canta cosas que no comprendo.
O eso quiero pensar, doctora. Porque el otro día me dió la impresión de que algo me dijo. Fuera de toda lírica, dejando de lado las suaves notas que alegraban mis mañanas o arrullaban mis noches (según la hora a la que me visite), y estando yo en el umbral del sueño primero, escuché su canto, percatándome de cómo las finas notas se transformaban progersivamente en poemas ligeros, pero de contundente verdad.
No soy capaz de recordarlo todo, pero aún tengo fragmentos vivos, algo como este que apenas al despertar, transcribí:
In illo tempore
La tierra era virgen
y el mar no era sal
In illo tempore
El hombre-canción.
La danza y la lluvia
sin pie y sin estampa
In illo tempore
Rugidos de tigre
y agujas de abeto
In illo tempore
Sin guerra. Sin dios.
In illo tempore,
la brisa azulada
de blancos altares.
In illo tempore
Vapor animal
y sudor en las flores
In illo tempore
murmullo de faunos,
mirada de cuevas
In illo tempore
Semilla de trueno
arena y calor.
In illo tempore
La muerte camina.
La vida resuena.
La salvia germina
La carne sin ruina
la miel sin amor
Del arból de olvido
soy fiel trovador
Y bueno... ¿Qué piensa usted de todo lo que acabo de contarle, doctora? ¿Será que aquél pájaro ha comenzado a contarme secretos que nadie conoce? ¿Acaso tengo el privilegio de ser el receptor de algun mensaje? ¿Es que debo comunicar y difundir todo esto, o debo conservarlo para mí, como quien guarda un tesoro por nadie conocido?
“No lo sé, señor T. Pero lo que dice no parece tener mucho sentido. No es muy común que la gente comience a divulgar cosas como que un pájaro le cuenta cosas mientras duerme. Una cosa es la imaginación y las impresiones del ensueño, pero su caso va más allá de todo eso. Si le parece pertinente, aumentaré la dosis de su medicamento. Probablemente no estamos trabajando como debiéramos..."
Si, doctora... también lo había pensado.



