"...Es entonces cuando el protagonista confirma, con el aplomo certero e irrevocable y con las pruebas que excederían en suficiencia, hasta al más ciego y cerrado de los hombres escépticos.
La certeza. La conmoción ante el descubrimiento máximo.
El hecho de verse rodeado de espejos le provocó tal conmoción, que casi no puede contenerse dentro de sí mismo cuando se percata, con reducida posterioridad, de que no aparecía reflejado en todos ellos, sino que, coronando la experiencia, su imagen solo se proyectaba en los espejos más limpios, los más brillantes y más grandes.
La maravilla del mundo. La misma gente, los colores y las cosas. Todo lo que él consideraba alucinante y elevado, no era otra cosa que su propio reflejo.
Después le vino el calambre pecho adentro. Como señal de alerta y sutil advertencia. Era la premonición de lo grande, aquello de lo que tanto había escuchado. "Así es como se siente", concluyó al mismo tiempo que una sonrisa contenida se le dibujaba de la boca para adentro. Y aún un poco mas abajo.
